PITA, CHARO
Antea y Filipa son dos viejecitas humildes que lo
comparten todo, aunque su todo sea casi nada:
sopa de agua de lunes a sábado y un fideo a
medias los domingos.
Pero son felices al contar con su mayor riqueza:
el afecto de la una por la otra.
Esta historia demuestra que somos capaces
de hacer cosas que parecen imposibles por las
personas que queremos, y que merece la pena
llegar a viejos, pero muy viejos, para disfrutar
junto a ellas de los grandes placeres de la vida
-un gran banquete- o de los pequeños -una
alubia diminuta.